30/10/08

Versos para el entendimiento. Los Congresos de Poesía

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El diario parisino Combat, en su edición del sábado 7 de agosto de este Año Santo Compostelano de 1954, publica un artículo a tres columnas de un cierto Alain Bosquet, crítico literario de dicho rotativo, acerca del III Congreso de Poesía que se ha celebrado en Santiago de Compostela del 22 al 28 de julio último. El artículo en cuestión, titulado Les intellectuels en Espagne, no sólo carece de interés informativo, sino que incide en los tópicos al uso en el país vecino acerca de la inopia intelectual que se vive en esta España de la dictadura.
El siguiente día, domingo 8 de agosto, el diario Arriba recoge una crónica telefónica de su corresponsal en París, Francisco Lucientes, bajo el irónico título "Otro francés que descubre España". Ya se comprenderá que en ella se informa sobre el artículo de Combat del día anterior, al tiempo que ridiculiza en su autor la tosquedad de juicio, el menosprecio ignorante y fatuo que ciertos intelectuales franceses mantienen hacia nuestro país. Y, naturalmente, se vuelve a mencionar el III Congreso de Poesía, bien que con el nombre de "festival de la poesía".
Ambos artículos de prensa, de muy escasa relevancia y alcance informativo, como queda dicho, han bastado, sin embargo, para dar al traste con los Congresos de Poesía iniciados dos años atrás en Segovia. El cuarto congreso, previsto para el verano de 1955 en Palma de Mallorca, ya no podrá celebrase, poniendo así de manifiesto la debilidad de un régimen político necesitado, en virtud de su peculiar ideología totalitaria, de presentar ante la opinión pública la imagen de una perfecta coherencia interior y de neutralizar las críticas venidas del exterior.
Pero, por encima de esta peculiaridad propia de todo sistema totalitario, el fracaso de los Congresos de Poesía nos hace ver las contradicciones existentes en el seno mismo del régimen franquista, en el que un equipo formado en torno al ministro de Educación, Joaquín Ruiz Giménez, ha creído en la posibilidad de un entendimiento entre escritores e intelectuales procedentes de los dos bandos enfrentados en la última guerra civil sin que el sistema mismo se conmueva. Un equipo que, con la destitución de Ruiz Giménez, será apartado de la escena pública oficial en febrero de 1956.

Los Congresos de Poesía, en efecto, han constituido el intento de mayor alcance para sostener un diálogo relativamente abierto entre escritores situados dentro de la cultura oficial del franquismo, o en sus aledaños, y otros muy ilustres que han mantenido, desde la cátedra o el sillón académico, una dignísima postura de distanciamiento respecto de la España oficial.
Nos referimos, en uno y otro caso, a nombres como Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, el colombiano Eduardo Carranza, Gerardo Diego, Agustín de Foxá, Leopoldo Panero, José María Pemán, Carles Riba, Dionisio Ridruejo, Luis Rosales y Rafael Santos Torroella como firmantes de la convocatoria del I Congreso de poesía, celebrado en Segovia del 17 al 23 de junio de 1952. Y entre las adhesiones, Carlos Bousoño, José Luis Cano, Gabriel Celaya, Guillermo Díaz Plaja, José García Nieto, José Hierro, Eugenio Montes, Adriano del Valle, Luis Felipe Vivanco, entre otros. Como cronista del Congreso, Camilo José Cela.
Una única ponencia, desglosada en varios temas, sería objeto de las sesiones del Congreso de Segovia: “Validez ideal y vigencia social del poeta en nuestro tiempo”. Los temas parciales comprendidos bajo este título, fueron redactados de la siguiente forma: 1º “Condiciones económicas de la vida del poeta”; 2º “Proyección del poeta en la vida social”; 3º “Inspiración de la vida privada por la acción del poeta”.
Temas enteramente ajenos a cualquier idea de compromiso político de escritores e intelectuales en la transformación de la sociedad, en el sentido sartriano vigente en la izquierda europea del momento, como no podía ser menos. Ya en la misa inaugural celebrada la mañana del 17 de junio en la Iglesia de la Trinidad, de Segovia, el P. Federico Sopeña pone el Congreso bajo la protección del Espíritu Santo y ruega a Dios que de esta convocatoria salga “la unidad entre todos los poetas”.
Durante el vino de honor que a continuación se ofreció en el Palacio de la Diputación Provincial, el poeta Adriano del Valle brinda “por S. E. el Jefe del Estado, que con su obra de reconstrucción y de paz ha hecho posible esta reunión.”
El acto inaugural tuvo lugar en la nave de la antigua iglesia de San Quirce, convertida en Universidad Popular Segoviana por iniciativa del profesor Mariano Quintanilla en el año 1925, fundación en la que colaboraría el propio don Antonio Machado, destinado por entonces en el Instituto General y Técnico de Segovia como catedrático de Francés.
Disertó Eugenio D’Ors sobre "El fondo y la forma en la poesía".
Pedro Laín Entralgo hizo, a continuación, el elogio de la figura intelectual de D’Ors y se leyó un mensaje de adhesión al Congreso del poeta inglés, premio Nóbel de Literatura, T. S. Elliot. En la iglesia del convento de los Carmelitas, junto al santuario de la Virgen de la Fuencisla, Luis Rosales hace la ofrenda del Congreso a San Juan de la Cruz ante la urna que conserva los restos del santo. Se lee el Cántico Espiritual.
Siguen, el mismo día, una conferencia de Laín Entralgo sobre “La acción sosegadora de la palabra poética”, y el día 18 otra del poeta catalán Carles Ribes sobre “Un siglo de renacimiento literario en Cataluña”. El día 20, Ricardo Gullón hablaría sobre “La generación poética de 1925” y Federico Sopeña sobre “Música y poesía”. El maestro Joaquín Rodrigo interpreta al piano obras suyas.
Camilo José Cela y Luis Rosales, entre otros, leerán versos de Machado en la pensión de la calle de los Desamparados que fuera alojamiento del poeta durante sus años de estancia en Segovia.
El día 23, finalmente, se clausura el I Congreso de Poesía en la misma iglesia de San Quirce, en acto que preside Joaquín Pérez Villanueva, que tiene a su derecha a Vicente Aleixandre y a su izquierda a Carles Riba, Eugenio Montes y Dionisio Ridruejo.

En el II Congreso de Poesía, celebrado en Salamanca entre los días 5 y 10 de julio de 1953, dos nombres, principalmente, son objeto de recuerdo y homenaje: Fray Luis de León y Miguel de Unamuno. Junto a ellos, Cristóbal de Castillejo, Meléndez Valdés y Diego de Torres Villarroel.
En la finca La Flecha, lugar de retiro de Fray Luis, los congresistas colocan una lápida de granito con la inscripción “El II Congreso de Poesía a Fray Luis. Julio de 1953”, y en el cementerio salmantino, ante el nicho que conserva los restos de Unamuno, Dionisio Ridruejo, Pedro Laín, Luis Rosales y Rafael Santos Torroella leen versos de don Miguel.
La primera sesión, presidida por el Rector Antonio Tovar, se celebra en el Palacio Anaya y la segunda, en la cátedra de Fray Luis de León, en la Universidad vieja. Hablan José María Valverde y Guillermo Díaz Plaja.
En Ciudad Rodrigo, Dámaso Alonso habla en el claustro de la catedral sobre la figura humana y la poesía de Cristóbal de Castillejo, nacido en esta ciudad y enterrado cerca de Viena. Se leen versos del poeta.
Azorín envía un mensaje de saludo al Congreso con las siguientes palabras: "La poesía vence al tiempo; escuchamos hoy la voz de Berceo como escuchamos la voz de un coetáneo nuestro. Cualquiera que sea nuestra escuela se nos impone la meditación previa. No seremos poetas si no nos recogemos en nosotros. ¿Cuál será el anhelo del poeta? Cada poeta tiene su anhelo; cada época tiene su fórmula. Aspiremos todos a la paz ―la más ardua― con nosotros mismos. ¡Levantemos los corazones!"
La sesión de clausura tiene lugar en el Palacio Anaya, y en ella Dionisio Gamallo Fierros da a conocer el testamento de Rubén Darío, fechado en Barcelona el 23 de mayo de 1914. Cerró el acto Antonio Tovar.

El III Congreso de Poesía, celebrado en Santiago, se dedica a Rosalía de Castro, en cuya casa se representa un poema escenificado, así como a los poetas del Cancionero galaico-portugués, a Martín Codax, Macías el Enamorado, Ramón Cabanillas, Valle Inclán y los poetas del mar. En recuerdo de los poetas del mar, se imprime una antología del mar en la poesía gallega.
La inauguración de este III Congreso tiene lugar en el Palacio de Fonseca, presidido por don Ramón Menéndez Pidal, director de la Real Academia Española, que dicta una lección magistral en la que afirma que él no es sino "un apasionado buscador de la Poesía en la Historia". Explica lo que el canto y el poema significaron siempre para los peregrinos y habla de cómo los trovadores, juglares y poetas gallegos habían difundido sus cantigas por toda España, donde hoy la poesía "florece como en cualquiera de sus buenos tiempos".
Oigamos las bellas palabras con que José García Nieto glosa las actividades de este congreso gallego en su columna del diario ABC de 27 de julio:
"Visitas artísticas y evocadoras, recitales, lecciones y conciertos cubren la primera etapa del Congreso. Un convento de Herbón en Iria Flavia ―patria de Macías el Enamorado y de Juan Rodríguez de Padrón― y la ruta de Pontevedra han sido los primeros lugares elegidos para estos actos. Ha habido un recital de poetas pontevedreses, una lectura en la casa de Rosalía de Castro, donde se ha representado un poema escenificado de la genial poetisa. Y el académico Gerardo Diego evoca a Macías en el atrio del convento franciscano de Padrón, síntesis de la más lírica Galicia. Cerca, cementerio cantado por Rosalía, el parque por donde paseara, la colegiata de sus rezos, la iglesia donde ahora tiene su sepulcro, en el que se ha depositado una corona y se han repetido algunos de sus versos. Cerca, también, Laiño y Lestrove... Poco después, en Pontevedra, se inaugura en el Paseo de las Palmeras el monolito que el III Congreso de Poesía ha erigido dedicado a Valle Inclán. Sobre la piedra tosca han sido grabadas las estrofas del soneto que Rubén Darío dedicó al escritor:
Este gran don Ramón de las barbas de chivo...
En el parque de las hortensias azules, el canto de los pájaros al atardecer sobre los cuajados magnolios, el bullicio de los niños jugando, ponían un fondo lírico imprevisto a este minuto de fervoroso recuerdo al fabuloso marqués de Bradomín que, como dijo Pérez Villanueva, todo supo transformarlo en belleza. El propio hijo del escritor dio término a la jornada, brindándonos unas palabras inéditas de Valle Inclán, dichas poco antes de morir: "No recuerdo el bien que hice ni las ofensas recibidas."
El alcalde de París, con ocasión de su visita a Santiago, da a conocer que el Ayuntamiento de la capital francesa ha concedido a don Ramón la medalla de oro de la ciudad. Narciso Yepes ofrece un concierto de guitarra en el Colegio Mayor de San Clemente, dirigido entonces por un Carlos París Amador falangista, aún no convertido al marxismo.
La sesión de clausura tiene lugar en el Hostal de los Reyes Católicos.
Este III Congreso ha contado con una asistencia de más de medio centenar de poetas de toda España. Entre otros, Carles Riba, Rafael Santos Torroella, Mauricio Serrahima Bofill y Antonio Vilanova por el grupo de Cataluña. Gerardo Diego, Rafael Morales, José García Nieto, por el grupo de Castilla. Ricardo Molina, Pablo García Baena y Leopoldo de Luis por Córdoba. Carmen Conde, por Murcia. Alfonso Canales, por Málaga. Álvaro Cunqueiro y José Filgueira Valverde por Galicia.
Acuden también Federico Muelas, José Luis Cano, Luis Rosales, Gabriel Celaya, Victoriano Crémer...

Todo un éxito en esta España que, desde que finalizara la guerra civil, sólo ha conocido actos oficiales de adhesión y exaltación del régimen.
¿Qué ha ocurrido?
En el equipo del ministro de Educación Nacional, Joaquín Ruiz Giménez, figura como director general de Enseñanza Universitaria un joven catedrático de Historia, Joaquín Pérez Villanueva, persuadido de la posibilidad de que, dentro del régimen, puedan convivir y dialogar tendencias políticas diversas, incluyendo el diálogo de la cultura catalana con las del resto del país con voluntad de asentimiento mutuo. A su paso por el gobierno civil de Segovia, Pérez Villanueva había fundado los Cursos de Verano para Extranjeros, la Residencia de Estudiantes y la Residencia de Pintores Pensionados de El Paular ―esta última, propuesta por el Marqués de Lozoya desde la dirección general de Bellas Artes―, experiencias insólitas en la situación de aislamiento diplomático que vivía el país. Baste recordar que en el primer Curso de Verano la frontera francesa se encontraba cerrada y hubo que acudir a Irún para hacer pasar al grupo de estudiantes de la Sorbona que inaugurarían los Cursos.
Los profesores Mariano Quintanilla y Ángel Revilla, ambos catedráticos de Instituto depurados por el régimen franquista y apartados de la docencia a causa de su adhesión al régimen republicano, junto a maestros de escuela como don Antonio Serrano, muy popular en la ciudad, fueron restituidos en sus puestos docentes por el propio gobernador.
Al frente del rectorado de Madrid figura Pedro Laín Entralgo, y del de Salamanca, Antonio Tovar. Dionisio Ridruejo forma parte del grupo. Los sectores más inmovilistas del Movimiento, sin embargo, ven con desconfianza y disgusto los esfuerzos liberalizadores de estos hombres y no desaprovechan ocasión para desacreditarlos y separarlos de sus puestos, cosa que lograrán poco después, a partir de la publicación del artículo aparecido en Combat.
Los Congresos de Poesía, en los que participa muy activamente Dionisio Ridruejo, servirán de experiencia decisiva en la preparación de los llamados Encuentros entre la poesía y la Universidad, en 1955. Tales Encuentros, a su vez, logran agudizar la politización de la incipiente disidencia estudiantil y constituirán el precedente del Congreso de escritores jóvenes, idea del propio Ridruejo. Finalmente, la firma del Manifiesto estudiantil del club Tiempo Nuevo, el 31 de enero y 1º de febrero de 1956, consecuencia de todo lo anterior, originará las manifestaciones estudiantiles de febrero de 1956 y la crisis política que cambiaría el rumbo de la política universitaria del franquismo. Intelectuales de origen falangista como el propio Dionisio Ridruejo, así como Pedro Laín Entralgo y Antonio Tovar rompen definitivamente con el sistema. Se abren nuevos tiempos para la disidencia política en la Universidad, definitivamente alejada de todo entendimiento o compromiso con el franquismo, de cualquier posibilidad de diálogo entre intelectuales que habían militado en campos opuestos durante la guerra civil. Universitarios como Aranguren, Tierno Galván, Tomás y Valiente o García Calvo, en Madrid, pasarán a primera fila del compromiso político democrático en el enfrentamiento con la dictadura.
Gerardo Diego, que con ocasión de los Congresos de Poesía había compuesto un extenso poema dedicado a Joaquín Pérez Villanueva con el título de Ícaro, había comprendido que el vuelo del director general al tomar aquella iniciativa con el propósito de atraerse a los intelectuales hostiles al régimen era semejante al de aquel personaje mitológico que ascendió al cielo con alas de cera y acabó cayendo a tierra.

Joaquín de Alba

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